Claro que sí.
Durante años gobiernos «tumbaban» gobiernos, sicarios, asesinaban a periodistas, funcionarios, presidentes e incluso, se crearon guerrillas que durante décadas han combatido, pero todo eso cambió.
No han variado las causas que presuntamente hacía que se procediera a diferentes métodos, hasta invadir países, para poder implantar nuevos partidarios del agresor, la lucha de poder ha sido una constante en la historia de la humanidad, siendo el listado de envenenados demasiado largo como para mencionarlo.
Si bien los organismos de inteligencia foráneos entendieron que tener una sede visible era demasiado riesgo y se incrustaron en Organizaciones No Gubernamentales de financiamientos varios, la Prensa siempre ha servido a los dueños de medios, pagando un alto precio los que simplemente deciden ser independientes o defender causas justas, que no sean la de los grandes poderes políticos económicos que mandan en las llamadas sociedades democráticas que emulan justicia a través del voto.
El poder hay que mantenerlo y para ello, durante años, se preparan periodistas gracias a «becas» en el extranjero, políticos, guiados a convertirse en defensores de grupos de poder internacionales y otros «activistas», para las diferentes «guerras» a librar en el campo del voto, de la pura movilización, de la ideología y la economía y esto se produce en terrenos reales, incrustándose en el tejido social, político, sindical, empresarial, o en el mediático e incluso en ambos.
La Justicia es la otra clave, pues el «modernismo», la «democracia», el llamado «estado de derechos» y la «independencia de poderes» permite que el propio estado no pueda inmiscuirse en procesos judiciales y por ende jueces y fiscales son libres de involucrarse directamente con expedientes fabricados para lograr objetivos a corto, mediano, y largo plazo.
Expedientes para desprestigiar a autoridades, líderes de todos tipos, periodistas, e incluso jueces y fiscales, se preparan por grupos organizados, profesionales en el que coinciden políticos, medios, entes de la «justicia» y claro, la parte económica que actúa como financiero de campañas específicas que cambien rumbos o creen matrices de opinión dentro de la población.
Estos planes, en República Dominicana y en el mundo, aparecen un día a veces, según «fuentes anónimas» y luego de ahí, elementos de la mal llamada «prensa nacional», comunicadores, mercenarios que cobran delante, repetidores que nunca cobran, pero se matan por un like y las aceras políticas a quien beneficie la campaña, se suman hasta que el «reporte» aparentemente se vuelve «verdad» y produce hasta marchas de «bien intencionados» que terminan siendo prensa de planes perversos de luchas de poder.
Las «redes» saben que un tema con el suficiente morbo obtendrá listas de replicadores sin capacidad de análisis ninguno, pero locos por brillar, youtubers, tiktokers, tuiteros, y otras «nuevas especies» de, a veces, cuasi ignorantes ávidos de engordar el ego con cada like que inundan los canales con textos clonados de otros textos y el tsunami convierte en éxito el reporte hecho en un laboratorio ubicado en el comedor de un hogar, confeccionado por dos o tres personas que mueven millones y conocen cómo incluso, hundir un gobierno.
El Law Fare (La guerra de leyes)como los que hundieron el gobierno de Dilma, hizo perder una consulta popular a Evo y luego la salida del país, mantiene a Correa lejos de Ecuador, hizo perder a Lula las elecciones y encarcelándolo con mil ejemplos más, no están ausentes en República Dominicana, conjugándose con otras creaciones de matrices de opinión que van desde tratar de prohibir o aprobar un aeropuerto, ser acusado de un caso de dolo sin pruebas suficientes, además de otras aventuras que quien sabe, un día, en Quisqueya, alguien se atreva a escribir.
Todo apunta a que Periodistas y Medios mercenarios no solo participan y organizan la parte mediática, sino que algunos de esos «personajes» son importantes en la maquinación de los pasos estratégicos para «crear» un expediente.
La población, el llamado pueblo, conectado como zombies a las redes sociales, repiten, replican, se hacen parte de «denuncias fabricadas» por estos laboratorios que ante cualquier análisis de la falta de profundización en los temas hace temblar hasta los más connotados profesionales.
Quien intente participar en política, ser un empresario medianamente conocido, un activista real o un servidor público con cargos importantes y no entienda esta realidad puede, seguro, ser una potencial víctima si no es que a tiempo posee junto a si personal, capaz de vender bien, transparente y estar preparados para control de daños en caso de ataques de Law Fare.