Las redes sociales se llenan de asaltos a camiones con cajas navideñas, gente humilde «matándose» entre ellos por el «premio» de una caja con dos o tres productos, a veces incluso hasta de mala calidad con un logo vergonsozo en el lado posterior.
Escenas verdaderamente denigrantes, heredadas del lado más aberrante del balaguerismo, el clientelismo manipulador de entregar la comida de un día y tirarse una foto sonriente como si le importara el futuro de quien la recibe incluso, si supieran si acaso su nombre.
Año tras año estos capítulos abochornan a los que medianamente la escasa educación que provee el estado ha logrado dar algún nivel, o al ser humano digno, humilde que llena su alma de vergüenza al ver que los políticos malcrian la sociedad, la corrompen, edifican un supuesto progreso desde arriba y la pudren desde abajo
Es «costumbre» de todos los políticos, unos más, otros menos, incluso algunos hablan de que han creado «tradición», como si cuando mueran alguien seguirá dando las dádivas.
Este era el año. Esta era la hora. De cara a las próximas elecciones es preciso que se sepa que no basta crear carreteras y que por ellas transiten automóviles 4×4, o que la población se mueva en metros y viva en torres, ni que los barrios abandonados y los ríos llenos de basura sean vistos desde un moderno teleférico… este era el año en que debíamos comenzar, en sus navidades, a soñar tener un páis donde se respete la dignidad humana.
Este era el año en que Leonel Fernandez tuvo la oportunidad de no dejarse retratar entregando una cajita a un pobre, este era el año de dar el ejemplo, para la gran mayoría que todavía espera una sociedad donde regrese lo principal es que la dignidad plena del hombre, y la dejo perder…