Leonel de cara al futuro.

Asombró mucho ver a Leonel Fernández proponer que el tema de las candidaturas independientes constituía un peligro porque podrían entrar dineros mal habidos, sabiendo él —porque nadie puede ignorarlo— que el dinero del narcotráfico y el lavado de activos hace tiempo está incrustado en el sistema político del país, del cual él es uno de sus principales líderes.

Una justificación no válida podría estar desnudando miedo ante la pérdida del poder de las reuniones de cofradía para decidir «políticamente» las amenazas al sistema, como cuando pactaron la fatídica Ley de Partidos, que ha sido declarada prácticamente inconstitucional en su totalidad, atando a la población dominicana a tener que votar por los grandes porque los pequeños están amarrados por falta de recursos.

CAJITA CONVERTIDORA

El sistema es tan perverso que en los llamados ejercicios democráticos —los debates, esos shows publicitarios auspiciados por las castas económicas— no invitan a los alternativos, frenando, como parte del statu quo reinante, la propia democracia.

Leonel, víctima de un evidente fraude en las primarias contra Gonzalo, pero cómplice en cómo su partido eligió los candidatos en las últimas elecciones —a dedo, simulando creer en encuestas—, debe convertirse en el ente político necesario, al igual que Luis Abinader, quien, si resulta elegido presidente del PRM, también debe hacerlo.

Si Leonel y Luis no dan un paso al frente por el bien del sistema político nacional, los alternativos, impulsados por el pueblo, más temprano que tarde aplastarán primero a sus partidos y luego a sus legados, precisamente por haber sido parte del problema y no de la solución de una cofradía de partidos que no produjeron avances significativos en la sociedad y, en vez de llevarla por caminos de desarrollo, la prepararon para ser perfectos clientes y futuros esclavos de los que mandan hoy con la tecnología.

Luis la tiene complicada por el partido en que se encuentra —disperso, fragmentado—, pero Leonel es «amo y señor» del suyo, en el cual debe impulsar un sistema automatizado, open source, similar al que él vio que en Venezuela y otros países funciona a la perfección, donde nadie puede inmiscuirse. Primero, para las primarias, apartando para siempre hasta el propio poder que tiene de señalar a los puestos electivos dentro del partido. Desde ahora debe impulsar la creación de un sistema de votación electrónico completamente digital que extinga de una vez y por todas el «palito» y la delincuencia electoral a la hora de los conteos en las mesas, que revienta el sistema y lo mancha como cuasi delincuencial y antidemocrático, porque obliga a los candidatos a «forrarse» con tigres, armados a veces, para defender la voluntad popular.

Ojalá el Leonel que vimos contra los independientes —hasta temeroso, como si hubiera abierto una Caja de Pandora, la de los procesos antidemocráticos que se aplican en la República Dominicana— cambie y se convierta en el impulsor del sistema democrático. De lo contrario, posiblemente lo verá, en vida, sucumbir ante la rebelión de otros actores políticos por ser abusivo, medieval, delincuencial y preparado solo para que «ellos ganen», nada más.

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