Antes las formaciones políticas eran de propósitos, sueños, ideologías, querían cambiar el mundo.
Un amigo de un ex-diputado, millonario, empresario, me confesó que aún cuando le sobraba dinero ? su amigo no era reconocido por la sociedad y por eso, quería ser diputado, así, cuando lo parara un policía en vez de pedirle documentos o tratar de «macutearlo» le diría: «¿cómo está diputado?».
Los «aburridos de tener dinero» incursionan en la política, empresarios, narcos, influencers, «lavadores», todos quieren ser diputados y su carta de presentación es una bolsa de dinero, aportes al partido.
Las «castas» partidarias ven entonces la llegada de estos «proveedores» beneficiosas para vender «la marca» pues se necesita dinero hasta para agua.
Del otro lado queda la militancia, esa que se reúne y cree en promesas de toma del poder, la que mira y sonríe a los «proveedores» mientras el sueño de aspirar se esfuma cuando ven que los «compañeros» les desechan por estar al lado del que llegó con el bolsillo lleno.
Lo penoso y hasta ridículo, es cuando estos ciudadanos que incursionan en partidos, sin formación alguna, son capaces de querer hablar de política sin conocer el ABC de esta.
Todo, o casi todo, depende de dinero.
Quien no tenga ?? debe buscar hacer política real e incrustarse de tal forma que otros «inversionistas», o el propio partido que le «quita» el dinero a los «aspirantes proveedores», se convenzan de que si quieren ganar deben invertir en ese liderazgos real que ha logrado, en casos increíbles, derrotar a los millonarios que quieren ser políticos.
Así van las cosas en el sistema que llama «democracia» por aquello de elegir y ser elegido pero donde el dinero ?? es un actor importante aunque por suerte, a veces, no decisivo.
@fdo_buitrago
