Mientras la Marcha Verde asumió lo que la oposición no hacia… «oponerse», mientras el caso Odebretch escandalizó al mundo y al país y miles de personas se lanzaron a las calles a clamar justicia, fin de la impunidad y la corrupción, mientras ese fue el motor que movió a la República Dominicana, el PRM, sin más remedio y ante su incapacidad movilizativa y de convocatoria se subió al carro, tiñeron sus tshirts del color de los movilizados y caminaron juntos.
El PRM corriendo logra pactar con sus «oponentes» una truculenta e inconstitucional Ley de Partidos que asemeja a la que se aprobare en cualquier país quinto mundista para dejar a las castas partidarias y los partidos hegemónicos, donde no solo sesgan y encierran la capadad de la mujer de ejercer el liderazgo auténtico sino que obstruyen la posibilidad que fuerzas alternativas puedan crecer al favorecer solo a los grandes.
Luego, los morados, en la imposibilidad de que sus dos cabezas se pusieran de acuerdo en una lucha personal incluso, por sus propios nombres con sus egos adelantados a sus seres, provocaron una situación insostenible hasta que uno de ellos no tiene más remedio que salir para formar «tienda aparte».
En este contexto de molestias el PRM pasa a ser el más cercano a la meta toda vez que el político que se queda con la franquicia morada opta por explosionar a su partido y colocar a un candidato con serios problemas para construir una oración, intercambiar con el electorado y poder constituir una opción… el PLD lanzo al PRM al poder.
El PRM, liderado por Luis Abinader y por Hipólito Mejia «se adueñan» de la palabra clave «registrada» que surge como detonante cada cierto tiempo en una sociedad: «Cambio» y con ella, en teoría, logran vender que en un gobierno de ellos, todo será diferente sin embargo, la duda estaba ahí pues «quitando» la persona de Luis Abinader los «otros» eran caras conocidas y para el gran «publico» el recordatorio más reciente había sido el descalabro del gobierno perredeista que culminó en 2004.
Llega el día de las elecciones donde las trampas se aplicaron por las castas partidarias incluyendo el que gobernaba y el que gobernarían, como la antesala de lo que pasaría después.
El PRM comienza a gobernar e inmediatamente se desata una casería propia del medioevo contra toda persona que tuviera el estigma de ser de otro partido, asemejando la casería de judíos del fascismo, institución por institución, departamento por departamento, persona por persona, la casería de de peledeistas ha sido total, colocando incluso en los medios sus caras y el «delito» de pertenecer a un partido.
Las leyes que han modernizado a la República Dominicana durante todo este tiempo, desarrolladas, firmadas, acordadas incluso con el propio PRM en la oposición, ahora son el escollo que limita al propio partido de arrasar todo. Las leyes que se aplican hoy para los empleos públicos son exigencias internacionales frente a la complejidad mundial de homologaciones, tecnificación, especialidades, donde cada vez más hay que entrenar y gastar en la preparación de los funcionarios y empleados para la ejecución de sus funciones… y estos temas han sido incapaces de ser asimilado por la militancia de «base» y usado de forma oportunista por algunos lideres del partido que han visto que el presidente «no los ha tenido en cuenta».
Un partido, donde su Presidente esta en Palacio gobernando sin tiempo de atender las bases, donde su Secretaria General es alcalde y tampoco tiene tiempo para los menesteres partidarios más una masa militante que no entiende por qué están excluidos del poder estando gobernando, matizan la realidad de un partido que ha destrozado con los reclamos propios de sus bases pero muy alejadas de las necesidades del pueblo dominicano, el vocablo Cambio.
Funcionarios en escándalos de faldas, transacciones millonarias sospechosas detenidas por «Compras y Contrataciones», parte de las castas locos con los micrófonos como si fueran artistas y cometiendo errores garrafales de comunicación, una crisis pandémica, alzas en combustibles impulsando el de los servicios y productos de primera necesidad, han acorralado a un presidente considerado bien intencionado que promete obras sin recaudaciones evidentes y con la presión de unas bases que no entienden el siglo XXI donde se llega a la política, cada vez más, no a buscar empleos, sino a ejercer lo más preciado del político y su existencia… servir a una sociedad.
Existen dos PRM… el que logró impulsarse con un anuncio de Cambios, que colocó en puestos claves a personas que, en teoría, no permitirán actos indignos, el que permitió la llamada Justicia independiente, y el que por sus empleos son capaces incluso, de sacar a su propio partido del poder, liderado por egoístas dirigentes que hoy aparecen como la más reacia oposición solo, porque el presidente no les puso a comer como ellos querían.
La confrontación entre los dos PRM y el que el de los empleos ganara la guerra de inundar los medios, han destrozado el vocablo que hizo soñar al pueblo dominicano de que le esperaba algo nuevo a sabiendas que era lo viejo reciclado, con otro logo, otro himno, otro nombre… pero parte del sistema que considera el estado como una Agencia de Empleos, la palabra «CAMBIO».
La popularidad del presidente aun está alta, toda vez que se incrusta en el pueblo, a pesar de la situación explosiva, el que El está «bien intencionado»… sin embargo, seria muy contraproducente que sea el mismo partido suyo, cuan conglomerado de grupos de poder y no actuando como un partido sólido, con mando, quien termine haciéndole pasar sustos e incluso, derrotarlo tanto en su buen empeño de hacerlo bien como en una eventual reelección.