«El coronavirus no es excusa para no realizar el ayuno», así lo decidieron los responsables de Al Azhar en El Cairo, la institución más importante del islam suní, la rama que sigue la mayoría de musulmanes en el mundo. Arranca un ramadán marcado por el cierre de las mezquitas para prevenir la expansión del Covid-19 y la llamada de gobiernos y líderes religiosos a realizar las oraciones y celebraciones sin salir de los domicilios particulares. Tras el debate abierto durante semanas en medios y redes sociales sobre si el ayuno puede ser perjudicial en una situación de emergencia sanitaria como la presente, Al Azhar argumentó que «hasta el momento nadie ha probado de forma científica que comer y beber agua ayuden a mantenerte a salvo del virus», recogió CNN Arabic. El gran mufti del país, Shawki Allam, fue más allá y aseguró incluso que «el ayuno refuerza el sistema inmunológico y ayuda a combatir al virus». Una opinión que volvió a dividir a suníes y chiíes, segunda secta más importante, ya que, según el ayatolá Sistani, líder religioso de Irak, «si un musulmán teme ser infectado no tiene la obligación de ayunar».
Por encima de las divisiones sectarias, 1.800 millones de musulmanes están llamados a dejar de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales durante el día a lo largo del próximo mes. Con esta tradición, que es uno de los cinco pilares de esta religión que todo buen fiel debe cumplir, quien ayuna busca autopurificarse espiritualmente. El coronavirus es la causa de que los tres lugares santos del islam estén huérfanos de fieles en estas fechas tan importantes: Meca y Medina, en Arabia Saudí, y Al Aqsa, en Jerusalén. La gravedad de la situación ha llevado incluso a cambiar la llamada a la oración en muchas ciudades y en lugar del tradicional «vengan y oren», el muecín canta «oren en sus casas».
El imán de Al Aqsa, jeque Omar al Kiswami, declaró que «nuestros corazones están torturados de dolor en este ramadán que marca un momento triste en la historia del islam». El templo permanece cerrado en cumplimiento con las normas de confinamiento impuestas por Israel y allí solo podrán orar los guardas y empleados del recinto sagrado. Como ocurrió recientemente con la Semana Santa para los cristianos y la Pascua, para los judíos, la ciudad santa se prepara para un mes del ayuno y un Eid al-Fitr, fiesta que marca el final del ramadán, a puerta cerrada.
Toques de queda
La fiesta tiene también un importante componente económico y es uno de los periodos de compras más importante del año, algo similar a lo que puede ser la Navidad en otros países, pero debido al coronavirus los mercados de las ciudades están semivacíos. Países como Arabia Saudí, Túnez, Marruecos, Argelia, Egipto, Kuwait, Bahrein, Qatar, Jordania, Irak o Emiratos Árabes Unidos (EAU) viven bajo situación de toque de queda, aunque en algunos se hará algo más ligero durante el ramadán.
En Irán, principal país chií de Oriente Medio y, junto a Turquía, el mayor foco de coronavirus con 87.000 infectados, el Líder Supremo, Alí Jamenei, se sumó al llamamiento general y pidió a los ciudadanos que recen en sus casas y eviten las reuniones por motivos religiosos o familiares. «Debemos ser capaces de crear la humildad y la súplica en nuestras familias y en nuestras habitaciones», apuntó Jamenei. El ministerio de Salud en Teherán informó de que «aquellos ciudadanos que han dado positivo y tienen síntomas en las últimas dos semanas están exentos del ayuno».
Revuelta de imánes en Pakistán
La sintonía entre gobiernos y autoridades religiosas en la mayoría del mundo islámico no se cumple en Pakistán, donde los imanes más radicales desafiaron a las normas impuestas por Islamabad para llenar las mezquitas durante el mes sagrado. Estos religiosos redactaron una carta dirigida al gobierno para exigir la reapertura de las mezquitas o enfrentarse «a la ira de Dios y de los fieles», según recogió The New York Times. Su misiva tuvo éxito, las autoridades cedieron y los templos podrán estar abiertos, aunque deberán cumplir una lista de veinte normas, entre ellas la obligación de respetar la distancia entre los fieles o realizar las abluciones previas a la oración cada uno en su casa.