El PLD no se paró en sus contratiempos de la pasada campaña interna pre-electoral donde el equipo de Leonel Fernandez denunció fraude, provocando que saliera hacia otro partido.
Luego de la derrota, aplastante por demás, el PLD se vio sumergido en una truculenta y «evidente y posible» fraude electoral que parió un Comite Político increible que, de forma natural, habria puesto en retiró a casi todos los antiguos, provocando la molestia que hasta hoy sobrevive, de la militancia real no involucrada en grupismos.
Mientras, Leonel logra cambiarle la sigla a un partido de izquierda y con esa «marca» como si fuera una empresa de carpeta, creo la Fuerza del Pueblo que, aunque dice ser Bochista, coloca en todos los locales más que el logo, la cara de Leonel que si bien es cierto que es el único lider visible demuestra de que casi es su comarca.
Los «nuevos» dirigentes del FP partido quedaron sin poder, viendo que los que habitaban el que ellos llaman el «viejo partido», el PLD, que compitieron y perdieron siendo morados, llegaban pasándoles por el lado como dirigentes, colocándose en las mesas directivas y más decepcionante… con dones de mando a precisamente los que se la «jugaron» en la campaña.
Las avalancha de acusaciones de corrupción produjo que una parte no despreciable de la militancia morada sienta verguenza decir que aun es el PLD y si bien tienen esperanza que el tino e incluso, el sentido comun regrese a la organización política, la lucha por las candidaturas dibujan que el grupo «mandante» sigue en la misma tesitura de «no dejar pasar a nadie» que no sea de su equipo.
Existe un tercer grupo que son los decepcionados, verdaderos militantes, bochistas, que ven con verguenza que el partido creado por Bosch hoy se hunde en el desprestigio y la otra opción parece una finca personal de un líder maximizando su foto por encima del logo y el referente histórico… los otros, ese grupo, han quedado huérfanos y les abruma la duda de cuál es el camino a seguir al menos, hoy y en un futuro cercano.