Después de varias generaciones de políticos, más interesados en enriquecerse que en dedicar sus esfuerzos al bienestar común, ha ido surgiendo en el panorama pujos de un renacer moral que pudiera ser la diferencia para no caer en la expectativa de un futuro aciago para el país.
Hay intentos de nuevas generaciones de limpiar el nombre de la carrera política. Ella no está maleada pero desdichadamente vivimos en el mismo territorio y un ambiente contaminado de décadas. Esto preocupa a los que ya quisiéramos ver a nuevas figuras inmersas en la vida política para inculcarle decencia y honestidad a una actividad que debió tener otros objetivos para el bien nacional. Pero por culpa de sus actores tradicionales empujó al país a colocarse entre los más corruptos de la Tierra.
Y lo sabroso de la cultura corruptora impulsada por los políticos es que entusiasmaba y atraía a todos con muy escasas excepciones donde el ambiente moderno del mundo social capitaleño sobresale por sus amplias ofertas de restaurantes, hoteles, grills, tapas y puntos de encuentros para las famosas chapiadoras. Las playas del este y del
norte del país y en las montañas se llenaron de resorts y de hermosas residencias veraniegas, pero no como las de Trujillo que eran simples bohíos en comparación con las de hoy en día de los funcionarios o de los suplidores favoritos del Gobierno. Han llenado las playas y montañas y sectores de las ciudades más importantes con residencias y dachas veraniegas de brinco y espanto como hubiese dicho un comentarista deportivo muy querido e ido ya hace algunos años.
La vida institucional del país está afectada por la conducta de los políticos que no ocultan sus intereses y ambiciones. Se mantienen en una constante vigilancia y al acecho para ver lo que hace el rival o de los mismos de su tendencia partidaria. Entonces se comprende cómo la ley de partidos y la electoral no pasa en el Congreso. Se mantiene zozobrando en un pantano de intereses que al final de cuentas es para favorecer a los que tienen más poder. Los políticos enredan a todos los que quieren ayudar. Cuando se les oye argüir para no estar de acuerdo con el proyecto y que sus puntos de vista son los mejores se les coge pena y hasta se les apoya. Se les considera maltratados por otros políticos ms hábiles con más fuerza política. Y es que la masa de seguidores que supuestamente les siguen amedrentan a los que en el Congreso tienen la facultad de aprobar o rechazar las leyes. Y tan solo se trata de adecuar a los tiempos el accionar de la política que por tantos años ha estado sumergido en el umbral de la prehistoria por las conveniencias que significa para los políticos que tal cosa perdure por los siglos de los siglos.
Realmente es un milagro que el país haya progresado tanto en los pasados 50 años. Y eso pese a la espesa y pesada telaraña de los intereses de los ambiciosos políticos que muy bien han sabido entorpecer un desarrollo más armónico y sin tropezones. Afortunadamente hay muchos dominicanos que han creído en el país y se han empeñado en hacerlo crecer y progresar con sus trabajos, sus empresas, sus impuestos y emprendimientos en diversas áreas de la producción de riquezas, sin tomar en cuenta las perturbaciones que generan las angurrias de los políticos desde los gobiernos por sus ambiciones desbocadas.
La madeja con la que los políticos tejen sus maniobras de aprovecharse como sea de los recursos públicos es muy extensa y se enreda a cada momento por tantas maniobras de manipulación que implementan los políticos para satisfacer sus estrategias de la ocasión. El aliado de hoy es el rival de mañana o viceversa, dependiendo de las circunstancias.
El político dominicano más sagaz y zorruno fue el doctor Balaguer. Él, con su gran inteligencia, maniobró con las rivalidades y adhesiones circunstanciales a su mejor conveniencia. Aupaba a militares golpistas a altos cargos ministeriales y a otros patriotas los colocaba en cargos desde los cuales podían administrar recursos que les permitían fortalecerse en posiciones sociales de altura. A muchos rivales los envolvió con su magia de cederle posiciones y permitirles que se enriquecieran. Así se les permitía desde sus cargos forjar fortunas respetadas hasta el día de hoy. Balaguer los tranquilizaba para que no conspiraran.
Y con esa herencia política y acontecimientos asquerosos ocurridos con dureza es que el sacudión de la Marcha Verde contra la impunidad está incitando a muchos ciudadanos a darse cuenta que la patria nos duele a todos y por tanto debemos formar un valladar de la honestidad y el civismo para que los políticos corruptos no continúen arrasando con el país.