En el filme EL CANDIDATO, de Robert Redford, este le pregunta a su manager: ¿ qué haremos ahora ?… porque la campaña es muy diferente a gobernar.
Conocer la naturaleza humana es demasiado importante para quien pretende gobernar y Luis Abinader estaba preparado si bien no para el día a día, para contener el tsunami que le podría llegar encima.
Un discurso de oportunidad de un dizque «Cambio», con muchos dirigentes listos para hacer del estado su «coto de caza» y otros con las ganas de hacerlo bien, matizaron las bolas con las cuales el flamante nuevo presidente tenia que lidear… amarrando compromisos que aun hoy, muchos están pendientes.
Habían pasado 16 de estar fuera, los procesos de «Compras y Contrataciones» habían cambiado, las estadísticas, los números, la nóminas, todo estaba automatizado y regulado, así como las recaudaciones, al partido que llegaba casi sin saber cómo habían llegado les pusieron un manual de procesos que como cordones, amarraron los zapatos de quienes querían correr, hacer y deshacer…, como antaño
Inexperto en casi todo pero con ganas de hacerlo diferente, Luis Abinader apresuró a blindarse colocando a la veterana Ortiz Bosch en «Ética», a vigilar a los funcionaros mientras cerraba la brecha de corrupción con el «independiente» Carlos Pimentel que comanda la institución que, en teoría, revisa los millones que van de un lado a otro. Luego de pensar… de un lado a otro, hay quien dice que no le quedó más remedio que seleccionar a Mirian German para «su» Justicia independiente mientras se aseguraba de colocar personas confiables en Instituciones que manejan mucho dinero para evitar los inevitables dolores de cabeza, los llantos y decepciones que no por esperados dolorosos siempre son.
Luis Abinader ha logrado balancearse entre un PLD que se siente perseguido pero arrogante pues sabe de su fuerza aun debilitado y una Fuerza del Pueblo que, desorganizada y sin liderazgos más allá de su líder se nota a veces ávido de hacer oposición que les restituya en el mando, en un contexto donde el presidente aun trata de controlar el carro del gobernar.
Se ha visto a Luis titubear, retroceder, mal-decretar, ser traicionado y hasta burlado donde incluso la comunicación no ha estado a tono con su accionar, muchas veces errática o tardía, mientras que los funcionarios e incluso su anillo más cercano confundieron el dar declaraciones con una pasarela pero donde la alfombra está llena de huecos para caer, en vez de brillar y no han sido pocos los que han quedado en ridículo por exceso de «figureo».
Por otro lado, en lo que a cambios en justicia y leyes se preocupó de tener a senadores y senadoras que le «entienden» y saben la impronta de cual es el momento histórico que vive el país y el cambio en la composición socio política de hoy.
Con parte de la militancia acosando al gobierno por empleos, tan lejos del voto popular que clama cambios, Luis Abinader hace una pausa para quien sabe, cambiar hasta de carro para continuar la marcha ya sin preguntar lo que aquel Robert Redford en el filme, sino a sabiendas que el camino que le queda está demasiado empedrado con el enemigo fuera y dentro, sin darle un minuto de paz y al que tendrá que aplicar justo, lo que prometió: CAMBIO.