Como humanos, que tropezamos incluso con la misma piedra dos veces, atacamos al que nos gobierna porque es el que tenemos cerca… lo medimos por sus obras sin concluir, porque aun gobierna y al que salió, por lo que pudo hacer, sin embargo, cuando pasamos balance, todos están desaprobados.
En la época «democrática» de la República Dominicana el debate ha estado centrado en las obras, lo que construyó fulano, lo que hizo mengano, hasta les colocan la autoría: eso lo hizo fulano (el presidente tal) en vez de decir: ‘eso se hizo cuando gobernaba el presidente «tal»‘, hasta ahí llega el adoctrinamiento y la personalización absurda de todo hacia una persona.
En el año 2022 aún llegan niños desnutridos a los hospitales, (y llegan a morir), el sistema de salud se ha convertido en un mercado que incluye la deshumanización de los propios médicos, las ARS son empresas de rapiña que hablan de los órganos humanos como «productos» y prefieren cesárea que parir para cobrar más, el sistema de AFP está obsoleto, inoperante, no sirve, cuestionado, y nadie lo cambia o puede cambiar, la seguridad ciudadana se controla como hace décadas, «sacando el ejército a la calle a patrullar», la educación no logra crear pueblo con conocimiento y capacidad de lectura comprensiva hasta el punto que los expertos aseguran se posee una población con un nivel educativo muy bajo.
En República Dominicana, todo está por hacer y todos los gobiernos que han pasado son culpables, pues mientras buscaban crear obras de infraestructura que permiten incluso a algunos ganar dinero, no se hizo nada por el ser humano para hacerlo mejor ciudadano.
Las invasiones y robo de tierras ha sido la costumbre, el tema de los títulos nunca se ha tomado en serio, mientras que se retrasan leyes esenciales por décadas, como la de Ordenamiento Territorial.
Ningún gobierno debe sentirse orgulloso cuando se ve la sociedad que se ha creado… los males de hoy precisamente son reflejo de todo lo que no se hizo, en un ambiente que si llegando al país sobrevuelas el Distrito crees estás en New York, sin saber que saliendo el polígono central cunde el caos y la desorganización, el incumplimiento de las leyes, la marginalidad y con un nivel de hacinamiento bochornoso.
Los políticos hablan de picazos y de obras, como si fueran albañiles, pero han sido incapaces de crear un ser humano medianamente competitivo en el siglo XXI.