Es necesario un pacto social, guardando las diferencias políticas y económicas de los participantes. Sería como un gran acuerdo nacional, que comenzaría a vertebrarse con una agenda libre y en blanco.
Unidad no puede haber, sino acciones mancomunadas donde se busque un objetivo común que puede ser el desarrollo nacional, control de la violencia, mejoría de la educación, de la salud y rebaja al alto costo de la vida.
Cuando se habla de unidad nacional se pinta una utopía lejana. Cada segmento social tiene sus intereses particulares, por lo que es difícil que se de esa unión que los políticos de antaño configuraban como la salvación nacional.
Para que se dé una gran agenda nacional hay que respetar las posiciones y los intereses de cada cual, siempre y cuando vayan en beneficio del bien común y no sean obstáculos en el camino hacia la paz y el desarrollo.
Casi todos los intentos de armar la mesa de la concertación fracasaron por no tener objetivos claros de cómo manejar la influencia y el choque de grupos enfrentados.
Se debe ir a una mesa unitaria con la agenda en blanco, y desde el mismo diálogo es que tienen que surgir las diferentes ponencias a ser estudiadas, aprobadas o rechazadas. No creo en el diálogo impuesto y con una agenda definida y ya pre-aprobada.
Ante el fracaso eterno de los intentos del gran diálogo nacional, hay que hacer revisiones de los puntos que generaron conflictos y ahora tratar de aligerarlos. Por desgracia no hay ahora mismo en el horizonte dominicano condiciones para llevar a cabo esa gran concertación.
Por lo pronto, es necesario hacerla con los que deseen participar. Si los grupos de oposición recalcitrante se quieren quedar fuera, se les deje fuera. Es en base a ese diálogo que se van a formar las cortes, la Junta Central Electoral, la Cámara de Cuentas y la Suprema Corte de Justica.
Es un error de los grupos de oposición mantenerse fuera de lo que podría ser un movimiento de diálogo y concertación. Pueden estar en una mesa de conferencia, y al mismo tiempo salir con sus protestas públicas, pero sería para ellos un suicidio estar fuera de la mesa.
Son los actores y participantes en el diálogo y la concertación quienes los llevaron al fracaso en el pasado, ahora el éxito debe estar impulsado por las buenas intenciones y el pragmatismo.

