En la naturaleza podemos encontrar ejemplos reales de zombificación cuando un organismo controla el comportamiento de otro.
La humanidad ha creado escenarios ficticios de apocalipsis zombis donde se produce una invasión masiva de muertos vivientes infectados con algún microorganismo, como un hongo, al igual que en el famoso videojuego ‘The Last of Us’. Sin embargo, ¿está alejado de la realidad un escenario como ese? En la naturaleza podemos encontrar ejemplos reales de zombificación cuando un organismo controla el comportamiento de otro.
En el videojuego ‘The Last of Us’ se desata una pandemia en EE.UU. provocada por la mutación de una cepa del hongo ‘Cordyceps’, que al infectar a los humanos los convierte en criaturas zombi caníbales, y que se transmite a través de una mordedura. En la vida real, los hongos del género ‘Cordyceps’ son parásitos, mayormente de insectos y otros artrópodos.
Hongos parásitos e insectos
En el mundo real, las hormigas suelen entrar en contacto con este hongo cuando las esporas caen sobre el insecto desde un árbol o una planta, explica Matt Kasson, profesor asociado de Micología y Patología vegetal de la Universidad de Virginia Occidental, según su artículo publicado en The Conversation. Las esporas penetran en el cuerpo de la hormiga sin matarla. Una vez dentro, el hongo se propaga y la hormiga deja de comunicarse con sus compañeros, se vuelve hiperactiva, moviéndose sin rumbo. Después, el hongo parasita a su anfitrión y empieza a controlar sus movimientos, obligándolo a trepar hasta la altura perfecta, aferrarse a una hoja o un tallo con sus mandíbulas. El hongo pasa a una nueva fase y consume los órganos de la hormiga, incluido el cerebro. Un tallo brota de la cabeza del insecto muerto y produce esporas, que caen sobre nuevas víctimas sanas que están debajo, comenzando de nuevo el ciclo.
Otro invasor, el hongo ‘Massospora cicadina’ que produce un estimulante llamado catinona, similar a la anfetamina, permanece inactivo en el suelo hasta el momento en que infecta a las cigarras que viven bajo tierra y emergen brevemente para aparearse en ciclos de 13 o 17 años (se estima que menos de un 5 % de las cigarras se contagiarán). Los ejemplares afectados sufren la caída de las zonas abdominal inferior y genital, donde se instala el hongo.
Según explicó a NPR Matt Kasson, justo antes de que las cigarras salgan de la tierra, las esporas del hongo las infectan y ya en la superficie, cuando cambian la piel para convertirse en adultas, pierden su cola y allí se forma un «tapón blanco de hongos».
Sin embargo, los insectos no saben qué es lo que ocurre, ya que el hongo comienza a tomar el control. Entonces, los machos infectados seguirán apareándose con las hembras, pero también actuarán como hembras, cantando y agitando sus alas, para atraer a machos y así transmitir el hongo.
Hongos parásitos y humanos
Los científicos creen que el ‘Cordyceps’ controla a los insectos con el neurotransmisor ácido gamma-aminobutírico y la esfingosina porque sus niveles son muy elevados en las hormigas infectadas, según un estudio publicado en BMC Ecology and Evolution. Sin embargo, los ‘Cordyceps’ son muy especializados. El hongo ‘Ophiocordyceps unilateralis’ no puede ‘zombificar’ ni siquiera a una hormiga de otra especie, y mucho menos a los humanos. Cada especie de insecto requiere una especie distinta de ‘Cordyceps’ que ha aprendido a controlarlo durante millones de años. Incluso si el hongo infectara con éxito a un ser humano y consiguiera engañar a su sistema inmunitario, sería muy difícil que ‘creciera’ a través del enorme organismo para afectar al cerebro.
Según una investigación publicada el año pasado en Medical Mycology Case Reports, pocas de las millones de especies de hongos cumplen cuatro condiciones básicas necesarias para infectar e invadir huéspedes humanos o animales:
tolerancia a altas temperaturas;
capacidad para invadir el huésped humano;
capacidad de lisis (el proceso de ruptura de la membrana celular de células o bacterias que produce la salida del material celular) y absorción del tejido humano,
resistencia al sistema inmunitario humano.
Sin embargo, en abril de 2023 médicos describieron por primera vez un caso clínico de infección humana por el hongo vegetal ‘Chondrostereum purpureum’, causante habitual de enfermedades en plantas.
Un hombre de la India contrajo una enfermedad fúngica mortal para las plantas. El paciente, un micólogo de 61 años, acudió al hospital quejándose de tos recurrente, ronquera, dificultad para tragar, dolor de garganta y fatiga desde hacía tres meses. «No tenía antecedentes de diabetes, infección por VIH, enfermedad renal ni ninguna otra enfermedad crónica», detallan los expertos.
Los exámenes realizados en el hospital revelaron que la infección había causado un absceso paratraqueal en el cuello del hombre, obstruyendo parcialmente sus vías respiratorias. Los especialistas le recetaron un antifúngico diario durante dos meses. Dos años después, el hombre se siente «absolutamente bien» y la infección no ha reaparecido.
La OMS advierte de hongos que amenazan la salud
Sin embargo, algunos hongos sí son peligrosos para la salud humana. Unos ejemplos son el ‘Aspergillus fumigatus’ y el ‘Cryptococcus neoformans’, que pueden invadir los pulmones y causar síntomas graves similares a la neumonía, según un informe de la Organización Mundial de la Salud. El ‘Cryptococcus neoformans’ puede extenderse fuera de los pulmones al sistema nervioso central y causar síntomas como rigidez de cuello, vómitos y sensibilidad a la luz.
La OMS también subraya la importancia de centrar e impulsar nuevas intervenciones de investigación y políticas para fortalecer la respuesta mundial a las infecciones fúngicas. El informe de la OMS propone acciones y estrategias para los responsables políticos, los profesionales de la salud pública y otras partes interesadas, dirigidas a mejorar la respuesta global a estos patógenos fúngicos prioritarios, incluida la prevención del desarrollo de resistencia a los antimicrobianos. Se proponen tres áreas principales de actuación centradas en el fortalecimiento de la capacidad de los laboratorios y la vigilancia: las inversiones sostenibles en investigación, desarrollo e innovación y las intervenciones de salud pública.