Preocupados por las redes, algunos políticos de nueva generación se apresuran a busca la forma de «verse» en WhatsApp que «es lo que hay ahora», «todo el mundo tiene WhatsApp»… comentan.
Otros, menos jóvenes, aupados o engañados por neo-especialistas de redes sociales, que no poseen ni un ápice de conocimiento para redactar un buen «contenido», usan el WhatsApp equivocadamente, con disparates incluidos.
La política no es un invento.
Aunque el ser humano es político en esencia, de ahí a saber como llegar a las masas a través de mensajes es un tema de estudios y no de academias ó especialistas en mediciones insípidas que calculan un Like o Click como un voto….
ufff, tamaña equivocaciones.
En las pasadas elecciones el mundo político fue asaltado por «especialistas» que mostraban resultados del accionar en redes con números deshumanizados.
Los likes, Treding topics, «visitas», no son convencimiento.
Crear una «ola», lograr captar un seguidor a través de un mensaje lanzado, incluso un simple comentario favorable, es todo un éxito muy difícil de lograr.
El contenido debe tener un componente humano, llegar al oído, ojos y al corazón del potencial votante… no es con mercadeo simple que se logra, es mucho más complejo.
Hoy, la víctima es el chat de WhatsApp.
Los Whatspadianos opinan de temas que desconocen completamente, llenan de disparates los celulares, se dejan llevar de «cadenas» de oraciones o falsas noticias, escritos que dicen «compártelo que Dios te bendecirá» o «por cada click llegara un dolar a la causa»… causando asombro de quien más o menos logró pasar la secundaria… y no comete errores.
Lo peor es la descontextualización.
Cada grupo con su tema.
El político debe saber que la prudencia es una de las mejores cualidades que se debe poseer y antes de dar Compartir primero hay que Leer.