¿Por qué el bloqueo a Cuba? Una reflexión sobre contradicciones y potenciales

Cuba, una isla pequeña en el Caribe, ha sido durante décadas objeto de un bloqueo económico, comercial y financiero impuesto principalmente por Estados Unidos. Este embargo, que comenzó en la década de 1960, se ha justificado como una herramienta para presionar al gobierno cubano y su sistema socialista, criticado por muchos como ineficiente, autoritario y contrario a los principios del libre mercado y el multipartidismo. Sin embargo, cabe preguntarse: si tanto se critica el sistema cubano, ¿por qué no levantar el bloqueo y permitir que la isla comercie libremente, demostrando en la práctica si su modelo funciona o colapsa por sí solo? ¿O acaso existe el temor de que, sin estas restricciones, Cuba pueda transformarse en una potencia inesperada, como una especie de «China del Caribe»?

A pesar del bloqueo, Cuba ha logrado avances que desafían las expectativas. Es considerado el país más seguro de América Latina, según diversos índices de criminalidad, y ha desarrollado un sistema de salud que produce vacunas y medicamentos únicos en el mundo. Durante la pandemia de COVID-19, mientras naciones más ricas luchaban por abastecerse, Cuba creó cinco vacunas propias, un hito para un país de recursos limitados. Además, la isla mantiene una industria cultural vibrante, con producciones televisivas como telenovelas, teleplays e incluso series policíacas al estilo de CSI, todo hecho localmente. Y no menos importante: todos sus niños asisten a la escuela, un logro que contrasta con las realidades de muchos países sin restricciones económicas externas.

Entonces, ¿qué pasaría si Cuba no estuviera bajo este bloqueo? Imaginemos un escenario donde la isla tuviera acceso al sistema de transferencias financieras globales, como SWIFT, y pudiera obtener créditos internacionales. Con su economía mixta planificada —que combina elementos socialistas con cierta apertura al mercado— y su historial de resiliencia, ¿podría Cuba demostrar que su sistema no solo sobrevive, sino que prospera? ¿O temen sus críticos que, libre de ataduras, la isla se convierta en un ejemplo incómodo, un caso que desafíe la narrativa de que el multipartidismo y el capitalismo puro son los únicos caminos al éxito?

El bloqueo, en cierto modo, ha servido como una excusa conveniente. Para los detractores de Cuba, perpetúa las dificultades económicas que luego se atribuyen exclusivamente al socialismo. Para el gobierno cubano, es un chivo expiatorio que justifica las carencias internas. Pero, ¿y si se eliminara esa variable? Sin el embargo, Cuba podría integrarse al comercio mundial, importar tecnología moderna, exportar sus productos médicos y culturales, y acceder a financiamiento para infraestructura. ¿Se derrumbaría su sistema bajo la presión del mercado global, como muchos predicen, o emergería como una potencia regional, aprovechando su capital humano y su creatividad?

La pregunta no es solo qué sería Cuba sin bloqueo, sino por qué no se permite que lo intente. Si el sistema cubano es tan frágil como dicen, ¿qué mejor prueba que dejarlo competir? A menos, claro, que el verdadero miedo no sea su fracaso, sino su éxito. Una Cuba próspera, conectada y soberana podría obligar al mundo a replantearse muchas cosas. ¿Estamos listos para esa conversación?

CAJITA CONVERTIDORA

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