Por qué los glaciares son los termómetros del calentamiento: «El derrumbe en los Alpes lleva la huella del cambio climático»

glaciaresEl aumento de las temperaturas, que es aún mayor en estos entornos de alta montaña, provocará cada vez más colapsos como el que ha causado la tragedia en Italia

El desprendimiento de un glaciar en la montaña Marmolada, en los Alpes italianos, ha provocado al menos ocho muertes y 22 personas desaparecidas, según las últimas informaciones de las autoridades italianas, que siguen buscando entre la cascada de hielo con perros, drones y helicópteros.

La tragedia lleva la firma del calentamiento en, al menos, dos sentidos: en primer lugar, el derrumbe se produce tras unas temperaturas inusualmente altas en la zona; pero, además, la pérdida de glaciales es uno de los principales ‘termómetros’ que tenemos para medir los efectos del cambio climático. El ritmo al que se desvanecen se ha disparado en los últimos años, y todo indica que continuará.

«El derrumbamiento se produjo tras semanas de altísimas temperaturas en los Alpes. El pasado sábado, en la Marmolada, se alcanzó una temperatura de 10 °C en la cumbre, algo fuera de lo habitual y que se registra justo en medio de una ola de calor en Italia. Además, la capa de nieve de los Alpes ha desaparecido este año antes de lo normal, lo que sin duda también ha contribuido», indica Mar Gómez, doctora en Ciencias Físicas y responsable de meteorología de ‘Eltiempo.es’.

«No obstante, esto tiene la huella del cambio climático», continúa. «El glaciar ahora aparece dividido en tres glaciares diferentes, que se están fragmentando. A medida que emergen las rocas, se calientan al sol. Y, al calentarse, se derrite aún más el hielo que las rodea», aclara. Entonces, ¿serán cada vez más frecuentes esta clase de derrumbamientos? «Sí, sin ninguna duda. Veremos más eventos de este tipo y un mundo con cada vez menos hielo», responde Gómez.

En los Alpes, como en los territorios glaciares de los polos, la temperatura está aumentando al doble de velocidad que la media global. Una de las consecuencias de esta tendencia, unida al aumento de las precipitaciones, es que las áreas con vegetación en las alturas de las montañas, por encima de la línea de los árboles, se han incrementado un 77% desde 1984 en el paisaje alpino. Pero, al mismo tiempo, la capa de nieve se ha debilitado significativamente en un 10% del área que cubría, según estima un reciente estudio, publicado hace apenas un mes en Science.

«Las montañas son puntos calientes de la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas», señalan los autores de la investigación, antes de advertir que el cambio climático se está cebando especialmente con esta clase de entornos. El creciente verdeado observado en los Alpes podría tener cierto efecto beneficioso, al secuestrar carbono de la atmósfera, pero los científicos consideran «poco probable que supere a las implicaciones adversas» que acompañarán a esta transformación, según advierten Sabine Rumpf, primera autora del estudio desde la Universidad de Basilea (Suiza), y sus colegas.

Entre los efectos adversos del calentamiento, los investigadores enumeran la pérdida de hábitats, el deshielo y la reducción del albedo, o luz que refleja la nieve. Este último aspecto es preocupante porque, al devolver menos radiación solar al espacio, aumenta aún más el calentamiento. Un círculo vicioso, común a casi todos los glaciares de montaña del mundo. Según refleja la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de EEUU, el retroceso y desaparición de los glaciares de montaña se encuentra «entre las evidencias más dramáticas de que el clima de la Tierra se está calentando».

Desde 1989, todos los años se ha registrado uná pérdida de hielo en el conjunto de los glaciares del planeta. Muchos podrían desaparecer a lo largo del presente siglo, incluidos el 90% de los que hay ahora en los Alpes, según estiman los modelos para el peor de los escenarios, es decir, que las emisiones sigan aumentando al actual ritmo (algo que los tratados internacionales, en teoría, evitarán). En un escenario de calentamiento más limitado, según publicó en abril de 2019 la revista Cryosphere, aún perderían dos tercios de su volumen actual.

Y no son sólo los modelos. Las imágenes de satélite confirman este preocupante escenario. «El cambio climático ya ha derretido más de 9,6 billones [millones de millones] de toneladas de hielo glacial en el mundo desde 1961, según un estudio satelital de la Universidad de Zúrich, publicado en 2019. La reducción de los glaciares se ha precipitado en los últimos años, pasando de 227.000 millones de toneladas de hielo perdidas anualmente entre 2000 y 2004 a 298.000 entre 2015 y 2019», detalla Gómez.

Entre los glaciares que más rápido están desapareciendo, se encuentran los de los Alpes, Islandia o Alaska. Pero también en España tenemos un claro ejemplo, ya que el Pirineo ha perdido más de la mitad de sus glaciares desde 1983. «Estamos viendo claras evidencias de que la temperatura media global, al aumentar, está produciendo la fusión de los casquetes polares y el retroceso de los glaciares», resume Gómez. «Dada la velocidad a la que está aumentando la temperatura, es muy probable que en el futuro puedan desaparecer en muchas zonas».

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