La biodiversidad, o diversidad biológica, alberga la amplia variedad de seres vivos que habitan el planeta Tierra y sus patrones naturales tras miles de millones de años de evolución. La biodiversidad es por tanto el término que incluye las especies vivas que suministran el sistema de soporte vital de la Tierra; una agrupación de plantas, animales, insectos y peces componen los ecosistemas que nos proporcionan comida, agua limpia, aire y energía.
Sin embargo, sus patrones son ahora también resultado de la influencia creciente de la actividad del ser humano, según el Convenio Internacional sobre la Diversidad Biológica. Nuestro aumento de población, nuestro modelo de consumo y la transformación de los hábitats naturales está desembocando en una crisis de extinción a la que los científicos llaman la sexta gran extinción.
Según Naciones Unidas, en el último siglo han desaparecido tantas especies como las que se habrían extinguido en 10 000 años si se asume un escenario normal. Además, el 25 por ciento de las especies evaluadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza se encuentran en peligro de extinción.
Según un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el registro fósil muestra que la vida en nuestro planeta ha sido golpeada por al menos cinco grandes extinciones masivas durante los últimos 500 millones de años. La extinción masiva que ocurrió a finales del periodo Pérmico, la mayor de todos los tiempos, acabó con más del 90 por ciento de las especies marinas y dejó los ecosistemas al borde del colapso.
«Este estudio pone de manifiesto que, si las tendencias actuales continúan, la pérdida de biodiversidad prevista para finales de este siglo podría tardar millones de años en recuperarse, posiblemente más allá de nuestra propia existencia como especie», afirma Michael Benton, profesor de la Universidad de Bristol (Reino Unido) y coautor del trabajo.
La historia de la vida
Hoy, 250 millones de años después de la última gran extinción, la vida en el mar es más diversa que nunca. “La cuestión es qué ha ocurrido para que la biodiversidad sea hoy mayor de lo que ha sido nunca”, dice Pedro Cermeño, investigador del ICM-CSIC y líder del proyecto.
“El problema radica en que el registro fósil es incompleto, de forma que era necesario el desarrollo de un nuevo enfoque computacional que nos permitiese reconstruir la historia de la vida. Nuestro modelo es capaz de recrear la distribución geográfica de la diversidad en los océanos actuales, especialmente los hotspots, y revela los mecanismos que los han creado”, agrega.
Los investigadores han comprobado que el tiempo transcurrido entre un evento de extinción masiva y el siguiente fue clave para permitir el desarrollo de los hotspots de biodiversidad.
«Ha sido emocionante ver que el patrón de diversidad global que resultaba de nuestro modelo de diversificación regional era similar al que se observa a partir del registro fósil. Esto hace pertinente el uso del modelo para reconstruir las distribuciones espaciales de la diversidad en el pasado, permitiéndonos resolver cuándo y cómo se originaron los hotspots de biodiversidad marina», celebra la investigadora del ICM-CSIC Carmen García-Comas, coordinadora del estudio.
¿Existen límites para la biodiversidad?
Si existe o no un límite a la diversidad global que puede soportar la Tierra es algo que lleva años sobre la mesa, un debate científico al que este estudio también arroja luz.
La teoría ecológica afirma que, a medida que aumenta la diversidad y se intensifican las interacciones biológicas, como la competencia, el proceso de diversificación se ralentiza hasta detenerse. En este punto, la aparición y el establecimiento de una nueva especie provocará inevitablemente la extinción de una especie antigua.
Sin embargo, algunos científicos han argumentado que los ecosistemas de la Tierra son tan heterogéneos que siempre habrá espacio para más especies.
“Nuestros resultados concilian ambos puntos de vista. Mientras que la mayor parte de los océanos presentan niveles de diversidad muy inferiores a su máximo, las regiones que albergan hotspots de biodiversidad podrían estar cerca de su límite”, destaca Cermeño.
Para la elaboración del trabajo, el equipo científico ha empleado una herramienta de modelización que rastrea los movimientos de los continentes y el fondo marino a lo largo de millones de años.
Hotspots de biodiversidad
Aunque las regiones tropicales cubren solo el 40 por ciento de la superficie terrestre, albergan el 91 por ciento de todas las aves terrestres y el 80 por ciento de las especies del mundo. Los arrecifes de coral, que cubren solo una décima parte del uno por ciento de la superficie oceánica, proporcionan recursos pesqueros y protección costera a 200 millones de personas. La humedad de los bosques tropicales y las sabanas sustentan las precipitaciones en algunas de las regiones agrícolas más importantes del mundo.
En 2010, mucho antes de que el mundo moderno viviera una pandemia mundial y numerosos desastres naturales cada vez más virulentos y comunes debido a los cambios del clima y el calentamiento global, los miembros de Naciones Unidas ya elaboraron un primer acuerdo para frenar la pérdida de biodiversidad. Aunque la humanidad ha fracasado estrepitosamente, no todo está perdido.
El Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas (CBD, por sus siglas en inglés) fijó 20 objetivos para detener la ola de la pérdida de biodiversidad. En 2020, la publicación de un importante informe, alertó de que ningún Gobierno del mundo había estado a la altura de la situación. Ninguna de las 20 metas se ha cumplido por completo y solo seis se han cumplido parcialmente.
Otro informe histórico de la Plataforma Intergubernamental Científica sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas del año pasado advirtió que un millón de los casi nueve millones de plantas y animales estimados corren el riesgo de extinguirse en los próximos años debido a la destrucción de hábitat, la contaminación, la sobreexplotación, la propagación de especies invasoras en todo el mundo y, cada vez más, el cambio climático.
Proteger un 30 por ciento para 2030
Poner fin a la caída en picado de la biodiversidad pasa por soluciones grandes y pequeñas, pero todas ellas urgentes. Con este objetivo arrancó el programa Pristine Seas, del Explorador Residente de National Geographic, Enric Sala. “La vida en los océanos ha ido disminuyendo en todo el mundo debido a la sobrepesca, la destrucción del hábitat y el cambio climático.
Sin embargo, solo el 7 por ciento del océano está actualmente bajo algún tipo de protección”, afirma. “La ciencia nos ha demostrado que necesitamos proteger al menos el 30 por ciento de los océanos del mundo para 2030, con el fin de restaurar la vida marina, aumentar nuestro suministro de pescado y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”, afirma Sala.
A día de hoy, Pristine Seas se encuentra tras el 80 por ciento de los océanos protegidos del planeta, convirtiéndose en uno de los mayores impulsores de la conservación de la biodiversidad de los océanos de todo el planeta e inspirando a la acción a muchos países y gobiernos alrededor del mundo.