A mil millas del pensamiento de Juan Bosch que nunca habría apoyado ni seguido al ex-presidente Trump ni habria tenido palabras desenfrenadas y para nada ajustadas al pensamiento inclusivo pro mujer, Rafael Paz, perdedor en las pasadas elecciones contra Faride Raful por la senaduria, acaba de abandonar el PLD con criticas duras a la «cúpula» impenetrable que le puso a él mismo a competir y lo sentó en una silla del podium al lado de los mesias.
Paz, sin experiencia política, siempre «tacones y corbatas», desnudando el divorcio de las clases trabajadoras, llegó de las élites empresariales y cayó, quién sabe con qué acuerdos, no solo en su candidatura sino al inalcanzable podium del Comité Político al que a otros muchos les costó o bien mucho trabajo partidista o una arrodillada cruda a uno de los jeques de la llamada OTAN de la habitación rectangular.
El caído del cielo nunca se le notó apego a la ideología bochista que aunque se sabe el PLD la sepultó hacía mucho tiempo era de esperar que un miembro del partido morado no tuviera pensamientos de extrema derecha ultra conservadores como los expuestos en más de una ocasión por Rafael Paz.
No es la primera vez que un empresario anhela «sonar» como político y quién sabe si con la política desideologizada y el «entren tos'» de la Fuerza del Pueblo pronto se viera dando un discurso recibido por Leonel Fernández, pero algo es seguro, nunca fue peledeista y nunca será verde porque teniendo en cuenta lo poco agradecido que su despedida demuestra con las castas que le pusieron a brillar es seguro que los que «mandan» en la organización «hija» del PLD lo sientan llegar con recelos y seguros que quien sabe, mañana hablará de ellos como hoy de los que abandona.
Rafael Paz es uno de los claros ejemplos de lo desideologizados que se volvieron los partidos aceptando a quien llegará de cualquier via, pues hoy lo importante dejó de ser hace mucho tiempo lo que a Balaguer, Peña y Bosch lo fue.