Puedes tener toda la razón del mundo, puedes haber hecho el mejor trato del mundo, haber recibido toda la desatención del mundo, ser el más abandonado, desdichado e ignorado militante, amigo, compañero, pero el «vocear» a menos de una semana de haber subido «tu presidente» desmerita todo lo avanzado, desprestigia todo tu camino y no te hace merecedor de nombramiento alguno.
El ser humano debe ser comedido, prudente y quién sabe, alguna vez en la vida, políticamente correcto.
Ramón Albulquerque puede tener la historia política que quiera, llenar páginas de la historia, reventar las TV, radios, redes, pero haber externado su desacuerdo con un presidente recién extrenado, que ha costado tanto trabajo «subirlo» a los que posiblemente aportó pocos votos por estar apartado de las estructuras, y luego de 16 años de sus compañeros no haber recibido contrarios, empleos, vida, es un tremendo daño al partido por solo anteponer sus apetencias personales por encima de la de los perremeistas.
Si, posiblemente Luis Abinader prometiera algo y no cumplió, no será ni la primera ni la última, es presidente, no es perfecto, pero algo es claro, quien ignora los propósitos de los que con esperanza buscaron el llamado Cambio, porque simplemente quieren como niños ñoños regodearse en un cargo, no merecen ser nombrados y la actitud irreverente lo aparta de ser confiable para cualquier posición en el estado.
No todo se dice, no todo se externa, no todo se anuncia.
¿Cómo confiar algo a quien se porta como un crío malcriado?