Reflexiones de un cubano en la República Dominicana, en el día de su Independencia

Hoy es el Día de la Independencia de la República Dominicana, el día de la patria, y siento que debo escribir estas líneas desde la más profunda posición real, honesta y sin cortapisas.

Un amigo fallecido, mi abogado, Barón Sánchez, un hombre digno, observó que leía un escrito colocado en la pared como el más preciado cuadro. Era el alegato de Sánchez:

CAJITA CONVERTIDORA

«Ya que mi destino está resuelto, que se cumpla. Imploro la clemencia del Cielo e imploro la clemencia de esa excelsa Primera Reina de España, doña Isabel II, en favor de estos mártires de la Patria… para mí, nada; muero con mi trabajo.»

Su actitud ante la inevitable muerte, la gallardía, la entereza, la dignidad y la valentía estremecieron mis sentimientos y recordé aquellas palabras de Martí: «Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi deber» , o las de Fidel: «La historia me absolverá y el tiempo será testigo.» Entendí entonces que en cada país nacen hombres únicos y que, cuando son llamados, cambian el destino de los pueblos.

Sánchez, seguro entre todos mi «preferido», decía sobre la independencia y, sobre todo, en un clima de traición a la patria:

«Demuéstrale al mundo que eres parte del número de esos pueblos indómitos y belicosos que admiten la civilización por costumbre, gozan de ella sin menoscabo de sus derechos, porque esos goces son cadenas de oro que no mitigan el peso ni borran la infamia.»

Hoy, cuando la República Dominicana vive los cuentos de una democracia muy prematura que beneficia a élites, donde la paz social se alcanza con métodos para que se abandonen las luchas y donde los que deciden en nombre de los trabajadores son actores de cofradías, resuenan los héroes de la patria observando desde las paredes a los encorbatados haciendo gala de pasarela, mientras la obra de la independencia permanece inconclusa. Aun en todas las épocas ha habido hombres dignos dispuestos a continuar el camino, que cuesta, sí, cuesta.

Conozco a quienes, desde que comienza el Mes de la Patria, cuelgan con orgullo en su balcón la bandera, mientras otros replican la izada, pero labran la traición robando lo público, atentando contra el futuro de la patria desde los cargos y la corrupción. La eterna hipocresía de segmentos que buscan el poder para servirse y no para servir, pareciéndose, en cada época, unos y otros.

Por cada patriota, existe un traidor, que en tiempos de paz como estos busca incluso caminar a su lado, esperando al final del pasillo el momento de asaltar el poder para robarlo. No sin antes haber encontrado la forma de debilitar y, si se puede, aplastar al patriota.

No se puede temer a los contextos históricos, no se puede temer a que sea solo un puñado de personas las que estén dispuestas a cantar honestamente el himno hasta que una lágrima patria corra por la mejilla, al lado de los oportunistas traidores que esperan, en pandilla, para darle otra estocada a la patria y a los dominicanos.

Hoy recrean con inteligencia artificial los rostros de los héroes de la patria ante la incapacidad de muchos de reproducir su patriotismo.

Vengo de un país donde hemos pagado muy caro el precio de ser más que libres: independientes. Y se sigue pagando, cada día, cada hora, con enemigos demasiado poderosos frente a los que el mundo claudica y, a veces, incluso, se arrodilla.

No me imagino a los héroes de la patria dominicana, incluyendo a Gómez, arrodillarse frente a imperio alguno, sino exponiendo sus propias vidas por la independencia.

Siendo honesto, estoy seguro de que los héroes vigilan, conscientes de que la verdadera independencia aún está pendiente, porque estamos atrapados en tiempos de paz que hacen lento el nacimiento de patriotas y ocultan, en visas con viajes incluidos, sus prioridades.

Pues la verdadera independencia de cualquier nación es no rendir cuentas a imperio alguno. Es no mirar tanto al norte a la hora de querer encauzar los destinos de la patria.

Quién sabe, más temprano que tarde se hará honor a quien honor merece: los héroes que dieron la vida por la República Dominicana, en un acto verdadero.

Fernando Buitrago
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