La violencia, desde el inicio del Gobierno de Nicolás Maduro ha estado impulsada por la oposición.
A solo dos días de haber perdido las elecciones por corto margen, Henrique Capriles envió sus «tropas» a incendiar cuando declaró aquello de «salgan a la calle y muestren su arrechera», con un saldo de varios muertos y locales chavistas atacados, incluyendo una clínica.
La segunda etapa violencia fue el Plan «La Salida», llamado de Leopoldo López y Maria Corina Marchado, igual con saldo de muertos y como colofón la tercera etapa promovida por la esposa de Leopoldo , y el «amigo» de Leopolgo Freddy Guevara, autor intelectual y material de los ataques de las recientes semanas.
Las guarimbas (disturbios) tenían como objetivo salir del Gobierno de Nicolás Maduro.
En las últimas semanas, la violencia ha constado vidas y capítulos de personas quemadas por los grupos violentos han consternado a la población, fortalecido al chavismo y levantado la moral del ejercito y la policía al ver sus miembros atacados e incluso quemados vivos.
El odio azuzado ha incrementado las ganas de paz.
El presidente Nicolás Maduro hace un llamado a constituyente y los miembros electos, ante la no-partticipación de la oposición ha quedado formado por chavistas, en su gran mayoría, así como otros grupos autóctonos del país sudamericano.
La oposición comienza a replegarse. La participación abrumadora de los chavistas y el poder concedido por la constitución a la asamblea, que ha tomado como una de las primeras medidas la sustitución de la fiscal general, quien con su tibieza a la hora de hacer justicia permitió la escalada de violencia descontrolada, comienza a dar sus frutos.
Hoy el poder es la asamblea constituyente que tratará por todos los medios de cerrar las fisuras en la aplicación de justicia con carácter urgente que permitieron que el mundo fuera testigo de escenas verdaderamente dantescas.
Queda mucho por recorrer pero algo es claro, la paz ha retornado a Venezuela.
