“Los pobres aspiran a ser ricos. Los ricos les enseñan que la virtud está en ser pobres. Lo primero es un sueño. Lo segundo una forma de convertir esos sueños en pecados y utopías. Su educación, de los ricos, un instrumento para moldear el pensamiento de aceptación de la pobreza”. (Twit).
Los pobres son educados para ser pobres o servir de engranaje en la maquinaria de producción de riquezas de los ricos. Son fuerza de trabajo, mano de obra, combustible para ser quemado y reducido a desecho humano con pensión digna de pobre, para pobres, que representa menos que el costo de unos calcetines para jugar al golf.
Los pobres son enseñados a ver en el rico al benefactor, al albaceas y su prospecto de solucionador de males. Hay que serle leal, morir por él y los suyos, cuidarlos como forma de merecer una dádiva más. Votamos por ellos, rogamos por ellos, luchamos por ellos solo para que nos olviden en nuestros momentos más apremiantes, y nos traicionen y nos dejen solos en nuestra realidad de ser útiles y no necesarios.
Su seguridad social, la ley que nos separa aún más, que se instituye en beneficio morboso a su favor y desprotección de la mayoría, es simplemente una estafa, una mordida más que sirve para engullir, para sólo paliar su insaciable hambre de riquezas, de una pecaminosa riqueza, por representar males colectivos, una herida luctuosa.