Un funcionario puede ser acusado de ineficiente… y cambiando el staff, mejorar.
Un funcionario puede ser nombrado por la prensa en campañas sucias y salvarse con su trabajo, el prestigio y la verdad de la buena labor, pues los medios además de ser llamados a garantizar «la democracia» también funcionan como armas de sicariato y chantaje.
Un funcionario puede ser involucrado por «juntarse» con personas de la oposición en una fiesta de todos y salir librado.
Un Funcionario puede ser acusado de tener «una novia» por aquello que el poder es directamente proporcional al deseo de tener un harén.
Un funcionario puede ser presa de su ego, terminando creyéndose el más bello, eficiente, laborioso, mandando todos los días notas de prensa a medios y comunicadores que alabarán sus dotes en escrito cuasi homosexuales que superen la adulación.
Un funcionario puede ser corrupto, ladrón.
Un funcionario debe defender su gestión hasta con las uñas si está limpio, si es eficiente, si posee un plan con un equipo capaz de trabajar duro y resistir los ataques externos sustentados adversarios políticos o el sicariato mediático.
Sin embargo, cuando un funcionario muestra de forma brutal su ineficiencia hasta convertirse en un lastre para su gobierno o es desnudado por la prensa y el pueblo con signos evidentes y contundentes de dolo, corrupción, de adueñarse inmisericordemente del dinero público, entonces el deber de un funcionario para ayudar a su gobierno es, si le queda un poco de dignidad e incluso, de sentido común, renunciar, y si acaso su nombre ha sido manchado, ponerse a merced de los tribunales y las instituciones fiscalizadoras… si no lo hace, es cualquier cosa pero nunca un «servidor público», funcionario, al servicio del país, de su gobierno y su presidente.
@fdo_buitrago
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