La vida es un riego y quien no lo toma es cobarde; los débiles y los falsos se ocultan y no mantienen la mirada, son delatores, sobrevivientes, se mueven en la penumbra y desdoblan sus pasos.
Los panfletarios y lumpenes son un estorbo, no tienen banderas ni nervios; pero tiemblan en la oscuridad, conviven en las muchas aguas y tienen la lengua suelta.
Se venden al mejor postor, quienes hablan en coro de manera caótica, no mantienen un discurso propio y son inseguros, la fuerza del cobarde , del delator y del traidor es una rueda desmembrada pero que parece fuerte en tumulto.
Quien habla y escupe al mismo tiempo es nervioso o inseguro, no es digno de fiar, le suda la respiración y desconoce destinos y metas reales.
Quien se contradice así mismo en innumeras ocasiones no es digno de confiar.
Los inconscientes y pesimistas pierden la batalla antes de entrar en acción.
Quien no se arriesga en la hora de la verdad , convierte en mentira todo lo que le distrae.
La verdad es la única ley de justicia, quien se niega a aceptar un compromiso adquirido ha cometido una falta más compleja que un juramento.
No hay peor ingratitud que la del que teniendo memoria olvida con rapidez o hace trasfondo del recuerdo.
Quienes no guardan silencio no aprenden ni escuchan, ni siquiera lo expresado por si mismos; quienes hablan mucho sin respirar, mucho se equivocan o se ahogan en su propia saliva.
Yi-yoh Robles