Dicen los psicólogos que la empatía es la capacidad que tiene el individuo para identificarse con emociones ajenas, y aunque les parezca difícil, yo entiendo a los detractores de Fidel y la Revolución cubana. Hombres de cultura fantaseada por la propaganda superficial y de entretenimiento, cuando ven al pueblo de Cuba llorando en las calles por la muerte de su líder eterno, creen que son los extraterrestres los que los manejan, con tecnología inalámbricas desconocidas para los humanos. Claro, criados en la filosofía reaganiana de la “Guerra de las Galaxias”, lo de Cuba les parece cosa de otro mundo; nunca han visto nada igual.
¿Qué saben ellos de los iluminados? Como Martí, Fidel, “amaba el sacrificio” si era para bien de su pueblo; y siempre estuvo allí “donde fue más útil”. Esta vocación lo colocó entre los que “aman y construyen” y lo convirtió en enemigo acérrimo de los que “destruyen y matan”. ¿Qué saben los que lo critican de los iluminados? Sólo conocen líderes financiados o miembros de las oligarquías dominantes y repiten una ideología fabricada para inexpertos, xenófobos, racistas, colonialistas o imperialistas.
Cuidado, ¡ya es hora de pensar! Su falta de cultura política los puede involucrar, como carne de cañón, en un nuevo Vietnam, o en un Afganistán, Irak, Siria; o en cualquiera de los países a los que sus afamadas “democracias” llevan la guerra en nombre de la “libertad”, masacrando pueblos y destruyendo culturas milenarias sólo para hacer más ricos a los dueños de la industria militar, o para poner los recursos naturales de países -cada vez más pobres- en manos de las trasnacionales. O quizás pueda llegar a ser aún peor, que en respuesta a sus desmanes, lleven el desastre a su propia casa.
¿Qué sistema es ese que necesita la guerra para funcionar, que necesita destruir a otros para crecer? El sistema del egoísmo, el individualismo, la prepotencia. Si eres como ellos, entiendo que los defiendas.
