Que algún loco llegara al teléfono de Tolentino para amenazarlo, yo me extrañaría, WhatsApp es una cloaca y pocos grupos poseen suficiente disciplina.
Las Ofensas y amenazas de todo tipo, las mentiras, las calumnias, las «tiraderas», conversaciones insípidas, es lo que prevalece.
Hace poco se produjo un incidente en Santo Domingo Este con una brigada de Espacios Públicos del Ayuntamiento y el periodista Tolentino, en sus redes sociales, ofendió a toda la brigada con descalificados injustos, desproporcionados, ofensivos y quién sabe, hasta se pensó por un momento someterlo por difamación pues, ni las redes son impolutas, ni el micrófono te salva, y el periodista no solo habia mentido sino que se llevaba por delante a todo un departamento que cumplia con su deber y esto, produjo la violencia de una sola persona.
El Comunicador debió ser sometido pues cada palabra es una bomba que lanzas a un grupo, cada expresión la aplauden unos y repudian otros, ganas aplausos y odios por lo tanto, la mesura, el cuidado del fondo pero sobre todo, de las formas, revelan la calidad del comunicador o el periodista al abordar un tema específico.
Recuerdo, además, las palabras ofensisas con que agredió verbalmente a un «entrevistado», al senador Ivan Lorenzo, llamando ladrones a todos los compañeros de este, en una actitud no propia de un profesional que una y otra vez, practica y que no todos tienen por qué tolerar pues, ser comunicador o periodista no le da patente de agresor impune, aunque sea de palabra.
Los que nos dedicamos a la comunicación debemos en cada puesta en «escena» o cada escrito conocer perfectamente las consecuencias y que si riegas gasolina y fósforos puedes quemarte.
Cada líder político, religioso, incluso, artistas, tiene fans, seguidores, adeptos y, por lo tanto, si salimos a escena y usamos contra esos referentes palabras ofensivas, incluso, dentro de las soportadas por la Libertad De Expresión, no podremos estar seguro de que el oyente de todo tipo escuchará, verá, y quedará frío como témpano de hielo.
Me confieso «no seguidor» de la comunicación ofensiva, agresiva de adjetivos, de extrema fuerza en el verbo y aun así, he sido víctima de odios, agresiones, ofensas, ataques de todo tipo e incluso han creado páginas para agredirme y suplantado mi identidad.
A veces he sido quien ha provocado situaciones y agresiones contra mia y pocas veces, incluso, he pedido disculpas o perdón.
Si bien es cierto que el ejercicio del periodismo trae riesgos, si sabemos que cada párrafo puede ser peligroso, no estaría mal revisar nuestros procederes en las redes, en fondos y formas, para poder hacer nuestro trabajo con más responsabilidad.
Cada líder que toques provocará que si afecta un grupo, te tilden del otro, si agrada a otro grupo, te aplaudan, el comunicador o periodista que no levante pasiones debe corregirse, sin embargo, la fama infla el ego y he ahí la frontera entre lo que requiere la responsabilidad y cuando desde los medios nos volvemos provocadores contra grupos específicos.
No por ser colega hay que aplaudir, aun cuando nos solidarizamos por cualquier agresión que como ser humano sea víctima.
Aun cuando es casi inevitable que algún «escucha» pierda el control, es menester ver todos los ángulos y sobre todo, no generalizar contra un colectivo… quien sabe si al ser agredidos, incluso verbalmente un día, y quien sabe, por un solo día, nos preguntemos si nuestra actitud provocó el exceso.
Las declaraciones de Ramón Tolentino de que ha recibido amenazas de muerte deben ser intervenidas, analizadas y que las Instituciones Investigadoras dar con el agresor y proceder según la ley, si no se hace, si el comunicador incluso, «deja eso así», entonces no debe esperarse seriedad en posibles agresiones en el futuro.
Si, desde la frialdad de la calma, todos décimos que nadie tiene por qué sentirse agredido y responder a la agresión… pero conozco el poder adictivo del micrófono y las cámaras entonces desde aquí, quién sabe, trato de alertar de en que nos hemos, todos, convertido.