Trump ha ordenado desmantelar la Agencia de Medios Globales de EE. UU., que financia La Voz de América, Radio Free Europe, Radio Free Asia y Radio y TV Martí, estas últimas contra el sistema cubano. La orden del 14 de marzo de 2025 busca reducir burocracia y eliminar «propaganda sesgada». En América Latina, se ve como un golpe a la injerencia mediática de Washington contra gobiernos de izquierda.
La Voz de América y sus redes han sido un pilar del «soft power» estadounidense, influyendo en la opinión pública global. En América Latina, se les acusa de desestabilizar gobiernos de izquierda, como en Cuba, donde Radio y TV Martí buscan socavar la «democracia participativa popular» con contenido crítico al régimen.
La decisión de Trump es celebrada en América Latina por quienes ven estos medios como reliquias de la Guerra Fría y violaciones de la soberanía informativa. En Cuba, Radio y TV Martí son bloqueadas como propaganda, aunque su efectividad es cuestionada por su alto costo y bajo impacto.
La Casa Blanca presenta la medida como una «purga interna» contra el sesgo progresista en estos medios, criticados por Trump desde su primer mandato. Con apoyo de Kari Lake y Elon Musk, la administración los considera un despilfarro de recursos y contrarios a valores conservadores.
Defensores de la libertad de prensa ven la decisión como un retroceso en la promoción de la democracia, debilitando el acceso a información independiente en regímenes autoritarios. En Cuba, congresistas como Debbie Wasserman Schultz critican el cierre de Radio y TV Martí como un «regalo» al régimen cubano.
Sin embargo, estos medios no son neutrales, sino instrumentos de política exterior de EE. UU., acusados en América Latina de respaldar golpes y deslegitimar gobiernos de izquierda. Su «independencia» es cuestionada por su financiación y supervisión gubernamental.
El desmantelamiento podría reflejar un cambio en la política exterior de EE. UU., priorizando sanciones o amenazas militares sobre la guerra informativa, especialmente ante el creciente rol de China y Rusia. En América Latina, esto podría reducir la injerencia mediática, pero no el intervencionismo, considerando posturas agresivas hacia Venezuela, Cuba y Nicaragua.
El cierre plantea preguntas sobre los medios financiados por estados. ¿Es un golpe al imperialismo mediático o un cambio de estrategia? Las consecuencias de Trump reconfiguran el panorama mediático y político en América Latina y el mundo.

