Se abre un debate en cualquier red social… un tema social, religioso, político… se desarrolla… crece, el respeto inunda el intercambio y el tópico manda pero de pronto… uno de los interlocutores que hasta el momento se mostraba amable, interesado, escribe una oración en contra de la opinión de otro participante… lo fustiga por sus creencias y aparece el acusatorio TU para convertir el momento en una pelea. A partir de este momento el dialogo se torna agresivo y muchas veces concluye en enemistad.
Es el día a día de las redes sociales que seguro a la hora de crearlas se pensó serían los lugares para que el ser humano creciera en su intercambio infinito, pero están invadidas por los egos, los odios, son las bacinillas de nuestras sobras, el lugar donde ofendemos a todos porque estamos protegidos por la pantalla del celular…
Los debates en si, pocas veces existen pues estos para concluir como algo provechoso necesita de interlocutores enfocados y moderadores que impongan respeto pero, las redes sociales logran que los unos se liguen con los otros, que personas de diferentes culturas y que normalmente no se encontrarían y menos, compartirían, lo hagan y esto siempre desemboca en conflictos.
El «Tu» constituye la antesala de la ofensa, la muerte del tópico y el florecimiento de lo peor del ser humano.
Saber cuando retirarse sin contestar a la ofensa pasa a ser la verdadera muestra de los valores democráticos que necesita hoy el mundo conectado.
