Un análisis del regreso del imperialismo estadounidense

El economista y analista español Marc Vidal compartió en X una reflexión contundente sobre el reciente discurso de Donald Trump ante el Congreso de Estados Unidos, pronunciado el 4 de marzo de 2025, pocos días tras el inicio de su segundo mandato. En su tuit, Vidal cita frases clave del presidente y las califica como la «máxima expresión» de imperialismo, chovinismo y fundamentalismo: «Vamos a conseguir Groenlandia de un modo u otro», «Recuperaremos el Canal de Panamá. No se lo dimos a China», «Estados Unidos está de vuelta», y «Con la ayuda de Dios durante los próximos cuatro años, vamos a llevar a esta nación a lo más alto, y vamos a forjar la civilización más libre». Estas declaraciones, analizadas desde la perspectiva de Vidal, dibujan un Trump dispuesto a resucitar una visión expansionista y nacionalista que despierta tanto admiración como alarma global.

Imperialismo al desnudo
La afirmación de Trump sobre Groenlandia y el Canal de Panamá, resaltada por Vidal, evoca un imperialismo descarnado que recuerda los siglos XIX y XX, cuando Estados Unidos expandió su influencia mediante la fuerza y la diplomacia agresiva. Decir «Vamos a conseguir Groenlandia de un modo u otro» no solo ignora la soberanía de Dinamarca, que administra la isla, sino que sugiere una voluntad de dominio territorial sin reparos éticos o legales. Igual de inquietante es la mención del Canal de Panamá: «No se lo dimos a China». Aunque Panamá controla el canal desde 1999 tras los tratados firmados con Jimmy Carter, Trump parece dispuesto a reabrir una página cerrada, alimentando teorías conspirativas sobre la influencia china y justificando una posible intervención. Para Vidal, esto es imperialismo puro: una potencia que reclama lo que considera suyo por derecho divino o histórico.

Chovinismo y la exaltación nacionalista
El chovinismo que Vidal identifica en frases como «Estados Unidos está de vuelta» refleja la retórica de Trump de restaurar una supremacía estadounidense idealizada. Esta declaración, pronunciada ante un Congreso entusiasta, según reportes de NPR y Reuters, apela a un orgullo nacional exacerbado, presentando a EE.UU. como un gigante que despierta tras años de supuesta debilidad bajo administraciones previas. Es un mensaje dirigido a su base electoral, pero también un desafío al resto del mundo: Estados Unidos no solo busca liderar, sino imponerse. El tono triunfalista ignora las complejidades de un orden global interdependiente, optando por una narrativa de autosuficiencia que Vidal critica como miope y peligrosa.

Fundamentalismo y la mano de Dios
La invocación divina en «Con la ayuda de Dios durante los próximos cuatro años, vamos a llevar a esta nación a lo más alto» añade una capa de fundamentalismo que Vidal no pasa por alto. Trump mezcla política y religión, un recurso habitual en su discurso, para legitimar su agenda ante una audiencia conservadora cristiana que lo ve como un líder providencial. Prometer forjar «la civilización más libre» bajo la guía divina no solo eleva su proyecto a un plano mesiánico, sino que contrasta con políticas como los aranceles del 25% a México y Canadá, implementados el 4 de marzo, que restringen libertades económicas. Para Vidal, este fundamentalismo es una herramienta de cohesión interna que, sin embargo, aliena a aliados y refuerza la imagen de un EE.UU. desconectado del multilateralismo.

Un discurso divisivo con eco global
El análisis de Vidal capta la esencia de un discurso que, según reportes de The New York Times, duró casi 100 minutos y marcó un tono «partidista y jactancioso». Trump no buscó tender puentes, sino consolidar su visión de un Estados Unidos dominante, dispuesto a desafiar normas internacionales. Las reacciones no se hicieron esperar: en X, usuarios como @AnibalGarzon
y @estebansantosl coinciden con Vidal en ver un giro imperialista, mientras Canadá y México negocian frenéticamente para evitar una guerra comercial tras los aranceles.

Conclusión
Marc Vidal pone el dedo en la llaga: el discurso de Trump ante el Congreso no es solo retórica; es una declaración de intenciones. Imperialismo, chovinismo y fundamentalismo se entrelazan en un proyecto que promete devolver a EE.UU. a una cima imaginada, pero a costa de tensiones globales y un retroceso en la cooperación internacional. Si Trump cumple estas promesas, el mundo enfrentará un EE.UU. más aislado y agresivo. Vidal nos invita a no subestimar estas palabras: son el mapa de un mandato que ya está redefiniendo el siglo XXI.

CAJITA CONVERTIDORA

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