Tras una reunión del G20 con pocos sobresaltos, el apretón de manos entre Donald Trump y Xi Jinping para declarar una tregua en su guerra comercial es la noticia más significativa para EE.UU. El acuerdo ha supuesto es un respiro para buena parte del tejido empresarial estadounidense y para los consumidores, que ya han empezado a notar el impacto de la imposición de aranceles por parte de Washington a las importaciones chinas. Hasta ahora, han sido del 10%, y la amenaza de Trump con llevarlos al 25% podría haber sido catastrófica para muchos.
Los consejeros delegados de General Motors y Ford han asegurado que los aranceles a China han provocado un impacto en el beneficio anual de cada una de las compañías de mil millones de dólares. La semana
pasada, General Motors anunció el cierre de varias plantas de producción en territorio estadounidense. Para el senador Ben Cardin, de Maryland, uno de los estados afectados por los cierres, los aranceles son un factor decisivo. «Han tenido impacto y nos cuesta empleos aquí en EE.UU.», dijo en una entrevista en la cadena Fox News.
Acuerdo de mínimos
El acuerdo de mínimos también es una buena noticia para el campo estadounidense. Una de las respuestas de China a los aranceles había sido dejar de importar grandes cantidades de productos como la soja.
El impacto a largo plazo de ese apretón de manos y de las declaraciones efusivas de Trump y Xi está menos claro. El acuerdo es una patada adelante en unas negociaciones en las que ambas partes siguen en las antípodas -EE.UU. quiere que China liberalice su comercio y Pekín quiere mantener el «statu quo»- y el balón, además, no irá muy lejos: se ha fijado un plazo de noventa días para llegar a un entendimiento, de lo contrario, EE.UU. elevará las tarifas al 25%. Un tiempo que se antoja muy corto para un asunto tan complejo. Sobre todo, cuando no es el único frente comercial que Trump tiene abierto: la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes podría minar la aprobación del nuevo tratado comercial con México y Canadá y las tensiones con la Unión Europea -complicadas ahora con la negociación del Brexit- siguen abiertas. «Tenemos un desequilibrio comercial tremendo, pero lo vamos a arreglar», dijo Trump antes de su reunión en Buenos Aires con Angela Merkel.
A pesar de los vítores, muchos expertos consideran que la situación con China no es muy diferente a la de hace unas semanas. Las posturas comerciales de Trump y Xi son dos trenes embalados hacia su colisión. De momento, solo han apretado el botón de freno, pero la trayectoria no ha cambiado.