Una bomba de tiempo

pablo mckinneyLos resultados de una reciente encuesta reali­zada por la or­ganización Vi­sión Mundial, que recoge las opiniones de las familias dominicanas sobre la edu­cación a distancia han dis­parado las alertas.

Que ocho de cada diez hogares del país no tengan acceso a internet para la educación virtual porque no poseen recursos eco­nómicos para pagarlo, vie­ne a describir el drama al que nos enfrentamos entre mucho IPad Pro, mucho IPhone 15, algunos Tesla y unas redes sociales de des­tape sexual y espontáneas confesiones públicas, don­de uno se entera hasta de lo que no ha ocurrido.

Sin importar el monto de las remesas, el aumen­to de las recaudaciones en DGA y DGII, y de las divi­sas en el sector turístico, vamos camino al desastre. Es el olvido de “La utili­dad de lo inútil”, un ensa­yo del prof. Nuccio Ordine que deberían leer nuestros jóvenes antes de ser ba­chilleres, ay, la importan­cia de la formación en hu­manidades, en los valores necesarios para crear ese ciudadano que los mayo­res no pudimos ser porque quisimos cambiar el mun­do sin antes cambiarnos a nosotros mismos.

Cuando ya éramos mu­chos, “entonces, parió la abuela” y llegó el Covid a desnudar las vergüenzas nacionales. Recordemos que en las pruebas PISA 2018, en las áreas de ma­temáticas y ciencias, nues­tro país ocupó el último lugar entre 79 países, y el penúltimo en lectura.

Y así vamos, sobrevi­viendo casi felices, en una aldea desigual y bullan­guera, donde profesio­nales con maestría dicen “hubieron” y “habemos” porque “ello hay”; y don­de los dedos de una mano bastan para contar los cen­tros de estudios superiores que merecen el nombre de universidad.

Desde el MINERD po­drían recordarme que an­te el desafío que supuso la pandemia, la institución creó y aplicó un modelo educativo convergente que logró salvar el pasado año escolar y fue reconocido por organismos internaciona­les como la UNICEF o el PNUD, , pero igual uno le respondería con la canción de Franco de Vita, “No basta”, profesor. La edu­cación de nuestros niños y adolescentes es asunto de todos, incluida una familia presente y una red social de apoyo, de la que por múltiples razones, no dis­ponen muchos de nuestros estudiantes.

Que ocho de cada diez hogares del país por di­versas razones no tengan acceso a la educación vir­tual, viene a demostrar que los dominicanos habi­tamos el mismo territorio, pero la desigualdad nos ha convertido en dos países. Una bomba de tiempo

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