Los resultados de una reciente encuesta realizada por la organización Visión Mundial, que recoge las opiniones de las familias dominicanas sobre la educación a distancia han disparado las alertas.
Que ocho de cada diez hogares del país no tengan acceso a internet para la educación virtual porque no poseen recursos económicos para pagarlo, viene a describir el drama al que nos enfrentamos entre mucho IPad Pro, mucho IPhone 15, algunos Tesla y unas redes sociales de destape sexual y espontáneas confesiones públicas, donde uno se entera hasta de lo que no ha ocurrido.
Sin importar el monto de las remesas, el aumento de las recaudaciones en DGA y DGII, y de las divisas en el sector turístico, vamos camino al desastre. Es el olvido de “La utilidad de lo inútil”, un ensayo del prof. Nuccio Ordine que deberían leer nuestros jóvenes antes de ser bachilleres, ay, la importancia de la formación en humanidades, en los valores necesarios para crear ese ciudadano que los mayores no pudimos ser porque quisimos cambiar el mundo sin antes cambiarnos a nosotros mismos.
Cuando ya éramos muchos, “entonces, parió la abuela” y llegó el Covid a desnudar las vergüenzas nacionales. Recordemos que en las pruebas PISA 2018, en las áreas de matemáticas y ciencias, nuestro país ocupó el último lugar entre 79 países, y el penúltimo en lectura.
Y así vamos, sobreviviendo casi felices, en una aldea desigual y bullanguera, donde profesionales con maestría dicen “hubieron” y “habemos” porque “ello hay”; y donde los dedos de una mano bastan para contar los centros de estudios superiores que merecen el nombre de universidad.
Desde el MINERD podrían recordarme que ante el desafío que supuso la pandemia, la institución creó y aplicó un modelo educativo convergente que logró salvar el pasado año escolar y fue reconocido por organismos internacionales como la UNICEF o el PNUD, , pero igual uno le respondería con la canción de Franco de Vita, “No basta”, profesor. La educación de nuestros niños y adolescentes es asunto de todos, incluida una familia presente y una red social de apoyo, de la que por múltiples razones, no disponen muchos de nuestros estudiantes.
Que ocho de cada diez hogares del país por diversas razones no tengan acceso a la educación virtual, viene a demostrar que los dominicanos habitamos el mismo territorio, pero la desigualdad nos ha convertido en dos países. Una bomba de tiempo