La oposición de la provincia canadiense de la Columbia Británica a la ampliación de un oleoducto que atraviesa su territorio ha desatado en el país una crisis política que pone en aprietos al primer ministro, el liberal Justin Trudeau, y puede derivar en un conflicto constitucional.
El propio Trudeau se ha visto obligado a regresar antes de tiempo de una gira por el extranjero para tratar de resolver la disputa en una reunión convocada de urgencia para este domingo con los «premiers» de la Columbia Británica y de la vecina Alberta, la provincia rica en petróleo de donde parte la controvertiva tubería. La compañía que opera esta instalación, Kinder Morgan Canada Limited, ha paralizado las inversiones previstas y ha amenazado con abandonar totalmente este proyecto de 7.400 millones de dólares canadienses (unos 4.760 millones de euros).
El Gobierno de Canadá había aprobado en noviembre de 2016 la ampliación del oleoducto «Trans Mountain», que triplicaría la capacidad de la infraestructura que desde 1953 discurre a lo largo de 1.150 kilómetros desde Alberta hasta el océano Pacífico. El proyecto también contaba con un certificado de la agencia ambiental de la Columbia Británica.
Sin embargo, el nuevo gobierno de izquierdas de esta provincia, elegido en 2017, ha adoptado una postura de claro rechazo a la expansión del oleoducto y ha impulsado una normativa que pone trabas a su ejecución, arguyendo el riesgo de posibles vertidos.
Kinder Morgan anunció el pasado 8 de abril la suspensión de «todas las actividades no esenciales» y de «gastos relacionados» con el proyecto de ampliación del oleoducto, debido a la «activa oposición del gobierno de la Columbia Británica». Más aún, ha lanzado un ultimátum en el que amenaza con descartar definitivamente la obra si no se llega a una solución antes del próximo 31 de mayo.
Justin Trudeau defiende la ampliación del «Trans Mountain» como un proyecto de «interés nacional», que implica grandes beneficios económicos para Canadá. Las competencias sobre esta infraestructura recaen en las autoridades federales, que podrían hacer valer sus poderes constitucionales de forma extraordinaria para rechazar la normativa provincial, pero una decisión así podría ser arriesgada políticamente para el primer ministro.
Elegido en 2015 gracias en parte a los escaños conseguidos en la Columbia Británica y al apoyo de los ecologistas, su cruzada a favor del oleoducto podría debilitarle ante las elecciones de octubre del próximo año.
«No se trata de castigar a los columbianobritánicos ni de perjudicar a los Canadienses, sino de hacer avanzar un proyecto por el interés nacional», señaló Trudeau antes abandonar la Cumbre de las Américas celebrada en Lima este fin de semana para regresar a Ottawa, según recogía Reuters. «Lo haremos de forma que no polarice ni suba la temperatura en este debate», añadió con cautela.
La Columbia Británica mantiene su rechazo
El primer ministro de la Columbia Británica, John Horgan, dijo tras la reunión que su postura no había cambiado. Horgan, del socialdemócrata NDP y respaldado por el Partido Verde, había dicho este sábado que quería proteger su provincia de «las consecuencias catastróficas» de una fuga del oleoducto.
El conflicto con el «Trans Mountain» llega después de que el pasado octubre, TransCanada Corp descartara el proyecto de oleoducto entre Alberta y la costa del Atlántico, con un coste de 15.700 millones de dólares canadienses (en torno a 10.100 millones de euros), también por las trabas regulatorias encontradas.