A veces la comunicación se excede en la carrera política de los ministros y los periodistas, comunicadores y relacionadores públicos equivocan los textos de forma reiterada creyendo que mencionando al incumbente el reconocimiento llegará simple y directo.
El ejercicio del periodismo en una institución debe ser apegado a la ética y no debe usarse los recursos del ministerio para vender políticamente al ministro, como evidentemente esta sucediendo con Roberto Fulcar a quien se le ve agitado por «sonar» cuando no es necesario su mención.
Cada mensaje del Ministerio sobre el accionar necesario de estos viene precedido por el nombre del ministro, forzado, sin sentido, obligado, entorpeciendo el sentido del texto y dislocando el propósito.
Hoy, es difícil que estas acciones nada ética, este aprovechamiento de los recursos del estado para la venta política de alguien junto a otras acciones que no se mencionan colocan al ministro en una carrera presidencial a destiempo (al menos eso «vende»), en un gobierno que debería tomar como suyo.
La obra hablara por si sola, la obra es el mejor aval para quien quiere aprovechar su paso por las instituciones y seguir al contexto electoral.
En el PRM no es este el único ejemplo sin embargo es el más absurdo.